jueves, abril 05, 2007

COMER CARNE O NO EN SEMANA SANTA

El hecho de comer o no carnes rojas en los días de semana santa, y especialmente el viernes, en un hecho que podría ser considerado un sacrilegio o un pecado, es una cuestión tan antigua como la misma religión.
Pero en estos días, llaman la atención algunas personas, que creyendo hacer un bien memorable, pregonan que no comerán carne ya que aquello es una contravención a las normas cristianas y éticas del catolicismo, cuando el resto del año no trepidan en realizar conductas, por lo menos, cuestionables, desde el punto de vista de la moral.
La fe y el apego a los valores cristianos es una aspecto, creo, eminentemente interno, que no resulta en una mayor calidad con el realizar actos públicos de apego a la fe de la boca para afuera.
Se trata de ser consecuentes con uno mismo; si alguien cree, de corazón, que el comer carne en semana santa, es un hecho que va contra los valores personales y familiares, y participa de la fe cristiana todo el año, o es un activo militante de la iglesia todo el tiempo, entonces es un ser humano consecuente consigo mismo. En el otro bando, están entonces, los que no comen carne por una cuestión ciudadana, en el sentido se la superflua creencia de que serán más cristianos por realizar un acto loable un día o algunos días en el año, en los mismos días en que no dudan en aprovechar los happy hours nocturnos del Barrio Estación, mientras los que son consecuentes viven estas fechas en paz y tranquilidad, rodeados de su entorno familiar, rescatando el verdadero sentido de la semana santa.
Se trata sólo de ser consecuentes; bien por los constantes, por los que comen o no comen carne en estas fechas por una cuestión de principios.
Alejandro Zoñez Venegas

lunes, abril 02, 2007

EL PODER DE LAS ENCUESTAS

El país, en los últimos días, ha asistido a una muestra del poderío que hoy tienen las encuestas y los números. Sólo basta que los partidos de derecha expongan su malestar con algunos ministros de gobierno, y que algunos centros de opinión (ni siquiera los más conocidos como el Cep) den a conocer sus estudios, que demuestran la baja en la popularidad de la presidenta y su entorno político inmediato, para que se decida por lo más fácil y efectista.
En efecto, no fueron suficientes los pergaminos del ex ministro Sergio Espejo, ni su dedicación y gallardía para enfrentar casi en solitario los embates del Transantiago, para pasar la prueba del segundo “cartillazo”. Aunque en algunos casos, el movimiento de las piezas para el gabinete fue acertado (la salida de Veloso, y la entrada de Viera Gallo), la exoneración de Espejo, demuestra que cuando la ciudadanía pide que se le resuelvan los problemas con eficiencia, el gobierno reacciona equivocadamente, cortando las cabezas de políticos inocentes, amparándose en los índices temporales de aprobación al gobierno.
Es el mismo síndrome; el poder de las encuestas y la temperatura ambiente en la opinión pública, variables que también ayudaron a nuestra actual presidenta a llegar donde está.

Alejandro Zoñez Venegas
Periodista

Cambios de gabinete : ¿Cuántos? ¿Quiénes?

Resulta curioso, que ante cualquier desajuste, tormento o dificultad que ataque la estabilidad del gobierno, se pida inmediatamente un “cambio de gabinete”, total o parcial. En el caso específico del Transantiago, lo que se requiere es que se solucionen los problemas cotidianos lo antes posible, para bien de la salud de la población de la capital, en lo que corresponde a una actuación eficaz, y desde el ámbito técnico, no político. Ya se vio, que las variables políticas (posteriores elecciones), más que ayudar, empañan una planificación que debería haberse construido sobre la base de la excelencia en la rentabilidad social, y no atendiendo sólo a tiempos electorales.
La elite política se empeña en cortar cabezas ante los descalabros (como antes ocurrió con la crisis educacional, que derribó al ex ministro Martín Zilic), como si ello le solucionara mágicamente los problemas a la gente que debe caminar todos los días, de madrugada, 10, 20, o hasta 30 cuadras para esperar locomoción o para subirse al caos del metro.
Por último dos cosas: si la presidenta realiza efectivamente un cambio de gabinete, aquello servirá sólo para dejar tranquilos a moros y cristianos dentro de la fauna política; y un cambio de gabinete sólo funcionará, colocando a un caudillo de ministro de transportes, que haga y deshaga o que ajuste y transforme completamente, con decisión, respaldo y energía, la oscuridad que hoy reina en el sistema de transportes de la capital de Chile.

Alejandro Zoñez Venegas