El país, en los últimos días, ha asistido a una muestra del poderío que hoy tienen las encuestas y los números. Sólo basta que los partidos de derecha expongan su malestar con algunos ministros de gobierno, y que algunos centros de opinión (ni siquiera los más conocidos como el Cep) den a conocer sus estudios, que demuestran la baja en la popularidad de la presidenta y su entorno político inmediato, para que se decida por lo más fácil y efectista.
En efecto, no fueron suficientes los pergaminos del ex ministro Sergio Espejo, ni su dedicación y gallardía para enfrentar casi en solitario los embates del Transantiago, para pasar la prueba del segundo “cartillazo”. Aunque en algunos casos, el movimiento de las piezas para el gabinete fue acertado (la salida de Veloso, y la entrada de Viera Gallo), la exoneración de Espejo, demuestra que cuando la ciudadanía pide que se le resuelvan los problemas con eficiencia, el gobierno reacciona equivocadamente, cortando las cabezas de políticos inocentes, amparándose en los índices temporales de aprobación al gobierno.
Es el mismo síndrome; el poder de las encuestas y la temperatura ambiente en la opinión pública, variables que también ayudaron a nuestra actual presidenta a llegar donde está.
Alejandro Zoñez Venegas
Periodista
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home