martes, mayo 01, 2007

CONCURSOS PÚBLICOS

Los llamados concursos públicos, para postular a cargos profesionales en instituciones públicas, en Concepción y la región, deberían ser eso mismo, públicos. Sin embargo, lamentable al parecer, sólo son públicos para el público de la Concertación, es decir para profesionales (y en algunos casos ni siquiera eso) adscritos a la Democracia Cristiana, el Partido Socialista, el PPD, y en menor medida, el PRSD.
En todos los llamados para postular a esos puestos, acuden verdaderas hordas de Ingenieros Comerciales, Periodistas, y Sicólogos, sólo por nombrar algunas profesiones, con muchas ganas, talentos, dedos para el piano y buenos antecedentes académicos. Pero el 99,9 por ciento de ellos, queda fuera, sin explicación objetiva, desplazados por aquellos que disponen de preciados pitutos, apellidos conocidos como Ortiz o Tohá, o que militan en las ya mencionadas tiendas políticas.
En el mejor de los casos, quienes acceden a esos trabajos, provienen de otras instituciones o servicios gubernamentales, lo que certifica un accionar seguro y conocido, pero no por eso eficiente y de alto nivel. De esta forma, se cierra la puerta a nuevos talentos, que podrían aportar perspectivas frescas y dinámicas, subsistiendo con ello los mismos vicios y falencias, que producen, entre otros factores, la ya conocida mala gestión del gobierno regional.
Lamentablemente, quien esta a la cabeza del aparato gubernamental en la octava región, no promueve lo que se llama “meritocracia”, funcionaria que por coincidencia, ostenta uno de los apellidos más conocidos en el mundo político.
Alejandro Zoñez Venegas

jueves, abril 05, 2007

COMER CARNE O NO EN SEMANA SANTA

El hecho de comer o no carnes rojas en los días de semana santa, y especialmente el viernes, en un hecho que podría ser considerado un sacrilegio o un pecado, es una cuestión tan antigua como la misma religión.
Pero en estos días, llaman la atención algunas personas, que creyendo hacer un bien memorable, pregonan que no comerán carne ya que aquello es una contravención a las normas cristianas y éticas del catolicismo, cuando el resto del año no trepidan en realizar conductas, por lo menos, cuestionables, desde el punto de vista de la moral.
La fe y el apego a los valores cristianos es una aspecto, creo, eminentemente interno, que no resulta en una mayor calidad con el realizar actos públicos de apego a la fe de la boca para afuera.
Se trata de ser consecuentes con uno mismo; si alguien cree, de corazón, que el comer carne en semana santa, es un hecho que va contra los valores personales y familiares, y participa de la fe cristiana todo el año, o es un activo militante de la iglesia todo el tiempo, entonces es un ser humano consecuente consigo mismo. En el otro bando, están entonces, los que no comen carne por una cuestión ciudadana, en el sentido se la superflua creencia de que serán más cristianos por realizar un acto loable un día o algunos días en el año, en los mismos días en que no dudan en aprovechar los happy hours nocturnos del Barrio Estación, mientras los que son consecuentes viven estas fechas en paz y tranquilidad, rodeados de su entorno familiar, rescatando el verdadero sentido de la semana santa.
Se trata sólo de ser consecuentes; bien por los constantes, por los que comen o no comen carne en estas fechas por una cuestión de principios.
Alejandro Zoñez Venegas

lunes, abril 02, 2007

EL PODER DE LAS ENCUESTAS

El país, en los últimos días, ha asistido a una muestra del poderío que hoy tienen las encuestas y los números. Sólo basta que los partidos de derecha expongan su malestar con algunos ministros de gobierno, y que algunos centros de opinión (ni siquiera los más conocidos como el Cep) den a conocer sus estudios, que demuestran la baja en la popularidad de la presidenta y su entorno político inmediato, para que se decida por lo más fácil y efectista.
En efecto, no fueron suficientes los pergaminos del ex ministro Sergio Espejo, ni su dedicación y gallardía para enfrentar casi en solitario los embates del Transantiago, para pasar la prueba del segundo “cartillazo”. Aunque en algunos casos, el movimiento de las piezas para el gabinete fue acertado (la salida de Veloso, y la entrada de Viera Gallo), la exoneración de Espejo, demuestra que cuando la ciudadanía pide que se le resuelvan los problemas con eficiencia, el gobierno reacciona equivocadamente, cortando las cabezas de políticos inocentes, amparándose en los índices temporales de aprobación al gobierno.
Es el mismo síndrome; el poder de las encuestas y la temperatura ambiente en la opinión pública, variables que también ayudaron a nuestra actual presidenta a llegar donde está.

Alejandro Zoñez Venegas
Periodista

Cambios de gabinete : ¿Cuántos? ¿Quiénes?

Resulta curioso, que ante cualquier desajuste, tormento o dificultad que ataque la estabilidad del gobierno, se pida inmediatamente un “cambio de gabinete”, total o parcial. En el caso específico del Transantiago, lo que se requiere es que se solucionen los problemas cotidianos lo antes posible, para bien de la salud de la población de la capital, en lo que corresponde a una actuación eficaz, y desde el ámbito técnico, no político. Ya se vio, que las variables políticas (posteriores elecciones), más que ayudar, empañan una planificación que debería haberse construido sobre la base de la excelencia en la rentabilidad social, y no atendiendo sólo a tiempos electorales.
La elite política se empeña en cortar cabezas ante los descalabros (como antes ocurrió con la crisis educacional, que derribó al ex ministro Martín Zilic), como si ello le solucionara mágicamente los problemas a la gente que debe caminar todos los días, de madrugada, 10, 20, o hasta 30 cuadras para esperar locomoción o para subirse al caos del metro.
Por último dos cosas: si la presidenta realiza efectivamente un cambio de gabinete, aquello servirá sólo para dejar tranquilos a moros y cristianos dentro de la fauna política; y un cambio de gabinete sólo funcionará, colocando a un caudillo de ministro de transportes, que haga y deshaga o que ajuste y transforme completamente, con decisión, respaldo y energía, la oscuridad que hoy reina en el sistema de transportes de la capital de Chile.

Alejandro Zoñez Venegas

martes, marzo 13, 2007

DECENCIA PÚBLICA


Los nombres no importan mucho. Llámese, “corrupción chica”, o “arreglos convenientes”, lo cierto es que el aparataje gubernamental en Santiago y regiones no han estado ajena a ello. Si bien, son hechos menores, creo que es impresentable que aún existiendo plataformas como Chilecompra, que está llamada a aportar eficiencia a los procesos de ofertas y contratación pública, subsistan vicios, como mantener la última decisión al absoluto amparo de la autoridad del sector.

Esta última decisión, la más importante del proceso, puede borrar de un plumazo toda la limpieza y probidad anteriores, declarando desiertos concursos públicos objetivos, descartando o proponiendo arbitrariamente a personas y empresas para determinadas labores, atendiendo a variables poco objetivas, y muchas veces “políticamente oscuras”. Llevado todo esto a la vida real, significa dejar fuera a proveedores por el sólo hecho de que no llevan un apellido conocido en el submundo político, no tienen redes o no pertenecen a un partido, o porque simplemente “le cayó mal” a la autoridad o tienen relaciones con alguna persona con la que tuvo problemas. Al revés, el sistema funciona dejando en puestos o en actividades claves a personas o empresas sin los pergaminos necesarios, pero que responden a lógicas partidarias, siendo ahijados, parientes, o protegidos de personalidades del ámbito.

La lista de casos suma y sigue, en organismos como Sercotec, INDAP, en oficinas dependientes de CORFO, y en gran parte de las entidades que manejan jugosos recursos públicos. De esta y otras formas, se vulnera lo que se creía invulnerable, que al final, atenta contra tecnologías eficientes y asequibles para las pequeñas y medianas empresas, atentados que se demuestran con la cada vez más baja cantidad y calidad de los oferentes, cansados ya del juego sucio.

lunes, diciembre 11, 2006

NUNCA MÁS



Quizá es el último acto de un Chile que queda, ahora, cada vez más atrás. Ojalá que nunca se repitan en las calles esos diálogos de sordos, intransigentes y cerrados, gritos y consignas que están a un paso de transformarse en esas batallas anteriores.

Estos son los últimos pasos de esos personajes oscuros, que más allá de los beneficios y perjuicios de cualquier índole, dividieron al país, con las consecuencias que ayer y hoy se viven. Ojalá que esa muerte, ayude a conformar a los oprimidos de ayer y sirva para calmar los ánimos de los partidarios del régimen dictatorial, que piden comprensión por el fallecimiento de un líder, cuando ellos mismos no pueden comprender el dolor de tantas familias que perdieron padres, hijos, abuelos, esposos, y esposas en nombre de una supuesta operación de salvataje nacional.

Ojalá que este sea el último capítulo de una novela escrita con muchos litros de sangre, cuyos protagonistas, como el señor que acaba de fallecer, convirtieron y convierten en la actualidad a un país que se creía sano, en una nación de fundamentalistas.

Ese país de obcecados debe morir junto con Pinochet, para que nunca más se brinde al mundo un espectáculo como el que se está produciendo. Un escenario, donde abundan las descalificaciones y expresiones ridículas, en donde no se duda en comparar el funeral de Gladys Marin con las exequias de Pinochet, cuando la primera jamás mató a nadie, ni fue responsable directa o indirecta de la muerte de alguna persona.


Lo que se ha visto en los últimos días es pus y materia de una herida abierta, que no se cerrará mientras aquellos, que junto a sus familias vivieron felices, disfrutando de la bonanza económica custodiada por tanques y metralletas, no comprendan que mientras ellos cantaban y bailaban, hubo por esos años otro país llamado Chile; una nación oprimida, en la que se destruyeron familias, vidas y sueños, mediante una política de estado, que cambió para siempre el destino de generaciones, que son las que hoy se manifiestan en las calles.

Son esos, parte del grupo de fundamentalistas de derecha de este país, los mismos que hoy le rinden pleitesía al general y que no entienden que los argumentos económicos, esgrimidos para apuntar al caos y angustia vividos durante el gobierno de Allende, no tienen nada que ver con el caos y angustia producidos por la muerte y la tortura, derivados de la operación militar y política, destinada supuestamente a salvar al país de las garras del comunismo. Es una lucha ética y de principios completamente desigual; son dos países completamente distintos, que no se encontraron y que ya no se encontrarán más.

Alejandro Zoñez Venegas

miércoles, diciembre 06, 2006

UNA TELETÓN PARA LOS OTROS DISCAPACITADOS


Con motivo del término de la exitosa campaña de la Teletón 2006, bien valga a estas alturas una reflexión.
En tiempos en que el ambiete económico mundial muestra signos auspiciosos de crecimiento; cuando la concertación se debate dentro de la peor crisis política y ética de su historia y en tiempos en que la justicia ya no es más justicia, surgen super hombres, capaces de levantar a todo un país y guiar a millones de personas en post de un objetivo tan humano como grandioso.
Ellos, las personas que sufren de discapacidades físicas, tienen a ese super hombre, que como ningún otro, vela por sus derechos y posibilidades. Sin embargo, hay otra parte de la población, que aguanta otros tipos de obstáculos y para los cuales no existe ser humano entregado a la tarea de protegerlos.
Aquellos están sólos, y pueder ser que quien escribe estas líneas, o usted lector, nos encontremos dentro de este rebaño olvidado, para el cual no existe campaña de ayuda. Allí están esos, a los que el sueldo les dura un fin de semana, los carreteros y compradores (as) compulsivos; esos, los apremiados por compromisos bancarios; esos, a los que les cuesta pagar el IVA; aquellos, los que están en la mira del SII y de la Tesorería, por tanto marullo financiero para salir a flote; también esos, los que tienen ideas de negocios y de empresas, pero que no pueden ejecutarlas porque no tienen 300 o 400 lucas, ni los 3 meses que cuesta armar en Chile una empresa legalmente constituida; esos, los que tienen la urgencia de trabajar, aunque sea vendiendo celulares, pero que no pueden por que sin querer queriendo aparecen en el boletín de una empresa particular, que hace negocios a costa del estado y de todos los chilenos como es el Dicom; esos, los endeudados del siglo XXI, a los que engañaron con cuentas bancarias y tarjetas de crédito mientras estudiaban; esa, la clase social del medio, que sufre todas las vicisitudes imaginables de un mundo competivivo e inhumano en extremo, a la cual más encima se le carga el costo del emprendimiento y de los índices microeconómicos.
Aquellos, los cesantes ilustrados, a los que les vendieron un futuro promisorio, pero que hoy se confunde con los otros cesantes en una plaza y con un diario bajo del brazo; también estos últimos, que invirtieron (ellos mismos o sus padres) millones de pesos y años en educación para ganar, con suerte, la mitad de lo que gana un vendedor de seguros de sólo tiene el cuarto medio rendido; y los otros cesantes ilustrados, que tienen cabeza para llegar lejos y los suficientes pergaminos para al menos optar a una oportunidad, pero que siguen estando en los últimos lugares de la tabla por que no tienen pituto a quien recurrir, ni contactos políticos para entrar a la apetecida administración pública.
Como se ve, el mundo al revés; a todo esto, sería mucho pedir otro Mario Kreutzberger para toda esta gente?.

Alejandro Zoñez Venegas

Periodista

viernes, diciembre 01, 2006

LA TV DIGITAL: ¿BENEFICIO PARA TODOS?

Lo que está en juego con la entrada de la televisión digital, no son los canales locales propiamente, sino la misma población que es beneficiaria de sus contenidos y servicios. Ya que estas frecuencias son expresión de ciudades, pueblos y pequeñas comunas, su importancia radica en la generación de identidad, proximidad y lazos comunitarios.



El fenómeno de la televisión digital, llega a Chile, de eso no hay duda. En un espectáculo publicitario, con bombos y fiesta, se anuncian “promociones” de televisores de alta definición, y paquetes de servicios digitales, destinados a ese tipo de consumidor que nunca falta, aquel que gusta estar a la vanguardia tecnológica.
Las estrategias publicitarias y comunicacionales para productos existen para identificar públicos y simplificar mensajes propuestos para ellos. Simplificar, significa hacer la vida más fácil a grupos de personas con características homogéneas, para que puedan digerir información compleja envuelta en un mensaje simple y directo, a fin de facilitar sus procesos de decisión y compras.
Pero la construcción de mensajes entendibles, omite, como es debido, las reales implicancias de ciertos fenómenos, como en este caso, lo digital. Aunque las tendencias son imparables, bien vale la pena detenerse y analizar quienes son los actores detrás de esta aparición tecnológica, que se refiere a la migración desde lo analógico a lo digital, y que conlleva aspectos mucho más trascendentes que televisores o sistemas de alta definición.

La piedra de tope
El problema de las diferentes percepciones acerca de la televisión digital, tiene como piedra angular el documento llamado “Propuesta de un marco normativo para la introducción de la televisión digital terrestre en Chile”, elaborado a fines de la década de los ´90 por el Consejo Nacional de Televisión, la Subsecretaría de Telecomunicaciones y ANATEL.
Dicho documento, estableció que la radiodifusión televisiva digital operaría en la banda UHF, con un plazo de 14 años para la migración de la tv análoga a la digital. Luego, por medio de una publicación en el Diario Oficial, la Subtel modificó en enero del 2000 el Plan general del Uso del espacio Radioeléctrico, congelando nuevas asignaciones en las bandas de 512 a 608 Mhz y de 614 a 806 Mhz para señales televisivas analógicas.
Estas frecuencias corresponden a los canales del 21 al 69, y las concesiones en ellas se detuvieron con el fin de reservar estos espacios para la introducción de la televisión digital.
El problema, fue que la autoridad clausuró toda la banda, cuando lo lógico a esas alturas (año 2000) era que cada canal VHF actual hiciera reserva de un solo canal UHF para su formato digital. En abril del 2006, la Subtel ratificó el Plan general del Uso del espacio Radioeléctrico, quedando con esto, todo el segmento UHF vetado, en espera de la introducción de la TVDT (televisión digital terrestre) en el país, llegada que estará en vilo por algunos años más, pues tanto el gobierno, como las empresas prestadoras del servicio, los canales de tv y los clientes tienen que acomodar sus bolsillos.
Llama profundamente la atención, que todos estos protagonistas actúen bajo hechos consumados. En concordancia con el millonario negocio tecnológico, del que se augura la mayor competencia desde la entrada de la telefonía celular, todos los actores del ámbito han aportado su cuota de participación, para asegurarse un puesto en el campo de juego.
Mientras el aparato gubernamental, aprueba decretos beneficiosos para algunos y perjudiciales para otros, mediante la actuación de la Subtel, la televisión santiaguina se apresta a implementar el formato de las cuatro emisiones paralelas, o el sistema de alta definición HDTV. Por su parte, la industria tecnológica apura las estrategias comunicacionales y publicitarias de sus productos, montando sendas campañas en busca de los dos mil millones de dólares que costará el cambio de los televisores. Y todo esto pasa, en momentos en que no se ha aprobado en Chile la norma técnica que regirá la televisión digital, cosa que han hecho hace años países como Argentina.
No es una cosa menor la referencia a esta norma técnica. El criterio, tiene que ver con la elección de una de las alternativas tecnológicas existentes en el mercado e implica nada menos que como se hará la transformación, mediante los sistemas de televisión digital: la ISDB japonesa, ATSC estadounidense y DVB europea.
A los canales de televisión de la capital, pero con ínfulas de nacionales, se les aprecia más proclives a la norma estadounidense ATSC, ya que corresponde a un sistema sucesor del actual vigente en Chile. Aunque para algunos el formato no es tan importante, la realidad dice otra cosa. Prueba de ello, es la constante procesión de representantes de los sistemas antes descritos por los pasillos del congreso y los nada despreciables 140 millones de dólares, conque la Subtel ha estimado el gasto en que incurrirá la industria televisiva del país para acomodarse a los nuevos requerimientos.

Los que ganan y los que pierden

Los antecedentes y los millones en juego, dan ganadores a algunos y perdedores a otros. En el primer bando, se encuentran los que están en condiciones de invertir cuantiosos recursos en infraestructura y tecnología, para posteriormente repartirse la torta publicitaria y de participación en el mercado.
Allí están las estaciones de televisión de Santiago, listas para entrar en un camino que no tiene retorno; el trayecto de la tecnología digital, que pronostica mayor calidad de las transmisiones, posibilidad de más señales, alta definición y por supuesto, miles de alternativas de nuevos y suculentos negocios, con muchos ceros a la derecha.
Pero como en toda competencia, desigual, hay perdedores. Aquellos, son los 111 canales locales que existen en Chile, que no tienen recursos y aliados importantes (como los canales nacionales, que tienen de su parte al ente gubernamental) para competir por la televisión digital, y que por lo mismo, de no mediar una solución a sus demandas, desaparecerán irremediablemente.
En su mayoría, estas señales trasmiten por cable y viven sólo el día a día, presionados por los operadores, que les obligan a pagar por ocupar parte de su espectro, y que en algunos casos, los marginan arbitrariamente.
En un círculo vicioso, que se renueva frecuentemente, estas pequeñas estaciones televisivas, ven mermadas sus posibilidades comerciales por su limitada cobertura, al transmitir por medio del cable. Al observar a su contraparte con escaso poderío económico, el operador queda entonces en inmejorable posición para negociar a su entera conveniencia un trato, que no tiene en consideración el valioso rol social, que conllevan los contenidos emitidos por esta televisión.
Lo que está en juego en el sistema antes descrito no son los canales locales propiamente, sino la misma población que es beneficiaria de sus contenidos y servicios. Ya que estos frecuencias son expresión de ciudades, pueblos y pequeñas comunas, su importancia radica en la generación de identidad, proximidad y lazos comunitarios.
En la octava región, por ejemplo, pequeñas ciudades cabeceras de comunas como Yungay, tienen sus canales de televisión locales, que han sido fruto de iniciativas personales, con años de esfuerzo y entrega. Aunque sus emisiones se propagan a través del cable, los habitantes de la comuna se sienten representados en la pantalla, observando sus propios problemas y esperanzas.
Todo este mundo, que relaciona a personas, aspiraciones y lugares comunes, y que tiene que ver con la identidad e idiosincrasia, está amenazado por la entrada de nuevas tecnologías. No se trata que una parte del país, las provincias como la llaman en Santiago, se opongan a la modernidad y no quieran subirse al carro del siglo XXI. Se trata de una imposición, que es conveniente para los que pueden optar a esas modernas herramientas, y perjudicial para los que no lo conseguirán, por factores económicos, geográficos o de otra índole.
Es una imposición, que viene del mismo gobierno, a través de los decretos de la Subtel, que cierra una parte del espectro radioeléctrico para reservarlo al sistema digital, al que pueden escalar unos pocos, las estaciones televisivas de Santiago. Entonces, para los otros, el espectro radioeléctrico, que es un bien intangible, que se supone pertenece a todo el país y a todos los chilenos, se clausura; total, dicen, se trata de los canales locales, que no tienen ni voz ni voto en las grandes decisiones que se toman en la capital.
Lo que se desean los 111 canales locales, desde hace mucho, es que se abra nuevamente la banda UHF, para adecuar sus señales a la televisión abierta. Los beneficios que esto podría acarrear son enormes. Por una parte, ampliarían su cobertura geográfica, aún contando con estaciones de baja potencia; aumentando su cobertura, optimizan su plataforma de negocios, pudiendo participar en mejores términos de la inversión publicitaria. Con mayores recursos financieros, mejoran a su vez los estándares técnicos, produciendo una televisión análoga de alta calidad. La cadena se cierra con los favorecidos, los usuarios y comunidades hacia las cuales van destinados estos esfuerzos, que se verán reflejados en una televisión profesional, que en nada tendrá que envidiar a las frecuencias nacionales.
Los entes que detentan el poder, deberían tener clara la premisa de que lo que está en juego no son más o menos canales, en uno u otro lugar; es la permanencia y vida de la televisión local, reflejo de la idiosincrasia de las diferentes comunidades.
Se convierte en un impulso de urgencia entonces, que el estado cautele este verdadero patrimonio cultural, a través del fortalecimiento de los medios de comunicación locales. Asimismo, abordar las legítimas demandas, como la de permitir nuevas concesiones en la banda UHF para la televisión local, se transformaría en una verdadera señal de voluntad política, en el sentido de propiciar un desarrollo económico, social y cultural acorde a los nuevos desafíos de participación ciudadana y descentralización.


Un problema que viene de afuera

Desde la capital, se observan intentos, originados en varias entidades y gremios como ARCHI, por imponer determinados modelos, que se relacionan con lo digital.
El ámbito radial, ha vivido desde hace varios años, pugnas, entre los que destacan la vigencia de las radios locales y los que prefieren la preeminencia de la radiofonía satelital, producida en Santiago y extendida a todo el país. Prueba de ello, son las múltiples radios que transmiten bajo este formato, con una sola programación para casi todo Chile, como suponiendo inocentemente que a las dueñas de casa de Castro o Tocopilla les interesa la última oferta del Santa Isabel de la rotonda Grecia.
Esta problemática, vivida en el país más intensamente durante la última década, se presenta a escala mundial y tiene por nombre “el lado B de la globalización”. Es decir, como el avance del neoliberalismo, la democracia y las nuevas tecnologías, es promovida por poderosos grupos económicos y políticos, en un juego que beneficia a algunos y perjudica a otros; y claro, esta es una problemática que llegó para quedarse, afectando a los más débiles, los mismos que hoy se aferran con uñas y dientes a sus particulares modos y expresiones de vida, a su identidad y raíces, amenazadas ahora por pantallas digitales y radios satelitales, que muestran algo que ellos no son.

Alejandro Zoñez Venegas
Periodista